Origen de Dragones
De épocas mitológicas, de tiempos perdidos en nuestra tierra que existieron entre un momento de la antigüedad y de un tiempo mágico. El origen de la palabra dragón proviene del latín “Drako, Draconis”, haciendo referencia a un animal mitológico con descendencia a las serpientes o a los reptiles con características no vista en otro animal, como la capacidad de volar, aún con su gran porte, como así también, como axial también la cualidad de exhalar fuego por su boca, como defensa o ataque.
Simbolismo de los Dragones
Que podía significar un dragón para el hombre, por un lado estos fueron considerados como enviados por el mal, y por tal, simbolizaban el odio, la venganza entre otros oscuros preceptos.
Siempre ha sido simbolizado como el mal, atacando al bien, representado por el caballero que con su armadura, escudo y espada defiende el bien contra sus garras. Muchas pinturas lo demuestran así, pero a su vez expresa un sentimiento de sabiduría y respeto lo que engrandece al caballero defensor, esto le da un significado especial a la victoria del hombre de bien contra el mal.
Los dragones en el Cristianismo
Una vez más vemos como el cristianismo censura lo que no es parte de su cultura, la palabra en latín “drako” tiene su significado claro: “la serpiente” siendo éste, un animal pecaminoso y malévolo. Por este motivo, en la edad media el dragón no era más que un animal prohibido y representativo de Satán.
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Esta representación del mal y la relación con lo maligno provienen de las distintas escrituras del cristianismo, en el libro de Hobbes se hace referencia al Leviatán, animal marino denominado como el “Rey de las Bestias” con cualidades similares a las del dragón.
En el libro de la Revelación 12:3 se hace referencia a una bestia de color rojo y que tiene siete cabezas, caracterizando una vez más al dragón como maligno.
El dragón se lo asimila al mal, al Diablo, tanto es así que sencillamente el termino dragón era sinónimo de “La Bestia” es decir el diablo, y sus representaciones gráficas así lo demuestran, buenos ejemplos son las de San Jorge en las que aparece combatiendo a un dragón o a Santo Mercurialis, Obispo de la ciudad de Forli, realizando la misma proeza de ultimar a un dragón.
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La existencia real de Dragones
Heródoto –llamado a menudo el padre de la historia– visitó Judea en el año 450 A.C. y escuchó hablar de la existencia de dragones enjaulados en Arabia, cerca de Petra, Jordania. Esto le despertó curiosidad, y decidió viajar allí. Según los testimonios escritos por este historiador, allí encontró dos especimenes de dragones con alas que habían sido encerrados en una jaula del hierro, a los que caracterizó como verdaderas “bestias feroces”. El Diario de Marco Polo explica que cuando éste se encontraba caminando por Anatolia, en Persia, encontró dragones vivos que volaban y que atacaron su caravana en medio del desierto. En estas crónicas, Marco Polo explicó que eran bestias espantosas que estuvieron a punto de matarlo.
Otra hipótesis: los cultores del Catastrofismo han sugerido que los cometas y lluvias de meteoros fueron los fenómenos astronómicos que dieron origen a las leyendas acerca de serpientes de fuego capaces de atravesar el firmamento a gran velocidad, y de ahí se forjó la creencia en los dragones.
Una afirmación menos creíble indica que el dragón fue una criatura compuesta. En muchas culturas está arraigada la idea de que los dragones poseen características de tres tipos de depredadores: poseen patas, garras, capacidad de arrastrarse y una astucia felina, por eso se parecen a los leopardos. Por su capacidad de volar y por tener su guarida en lugares alejados, generalmente rocosos, se los comparó con águilas. Pero los dragones guardan mayores similitudes con las serpientes; de hecho, nuestra palabra moderna “dragón” proviene indirectamente del griego, a través del latín, en que drako significa “serpiente”.
En los mitos helénicos aparecen muchas leyendas que mencionan estos animales fabulosos; generalmente, las serpientes o dragones custodian tesoros. Por ejemplo, el dragón Ladon, que cuidaba las manzanas de oro de las Hesperides, hijas de Atlas, quien sostenía el cielo sobre sus hombros. Otro dragón con características de serpiente custodiaba el paño de oro de Aetes, rey de Colchis, para protegerlo del robo de Jasón y de los argonautas.
Como vemos, en China el Dragón se asocia al color Blanco o a colores claros y cálidos, como el Amarillo, que simbolizan la pureza y la luz, además de la muerte. Cabe señalar que la significación oriental de la muerte es positiva, diametralmente alejada de la connotación trágica que adquiere en Occidente como herencia de la civilización helénica. La identificación del dragón con estos colores se basa en la creencia de que era un animal bondadoso y formaba parte del grupo de los cuatro animales mágicos junto con el Fénix, la Tortuga y el Unicornio.
Las historias mitológicas consideraron a este fabuloso animal como el padre de los antiguos emperadores.
Cabe destacar que en el I Ching: Canon de las Mutaciones el Dragón funciona como alegoría de la sabiduría.
El color de los dragones
Los dragones chinos adoptaban diferentes colores según las circunstancias que debían representar. Aparecían de negro para revelar la llegada de la Destrucción, mientras los dragones amarillos prefiguraban la Muerte. Por el contrario, los dragones azules comunicaban el nacimiento de un personaje célebre. Se dice que cuando nació Confucio, aproximadamente en el año 550 AC., dos dragones de color azul sobrevolaban la vivienda en que se produjo el suceso.
Cada corriente de agua, río o lago contaba con un dragón protector, de acuerdo con la mitología coreana. En la zona septentrional y central de China se los consideraba divinidades de la lluvia que regaban los arrozales y eran capaces de crear las nubes con una exhalación de su aliento. Además, podían generar terribles torbellinos en la tierra y en el mar, o destrozar las nubes con sus garras y, luego de hacerlas jirones, despertar diluvios o chaparrones espantosos.
Documentos que se remontan al año 503 AC. nos indican que dos dragones lucharon en las proximidades de una laguna y expelieron por las fosas nasales una bruma tan espesa que dejaron en sombras a la ciudad de Liang.
Durante siglos, la mitología popular sostuvo que las piedras y el canto rodado de los arroyos situados entre montañas (valles) no eran otra cosa que huevos de dragón. Cuando estos recibían el impacto de un rayo, liberaban pequeños dragoncitos que subían al cielo.
Continúa Borges, en el libro citado: “Durante siglos, el Dragón fue el emblema imperial. El trono del emperador se llamó el Trono del Dragón; su rostro, el Rostro del Dragón. Para anunciar que el emperador chino había muerto, se decía que había ascendido al firmamento sobre un dragón”
Lóng es una clase de dragón de singular importancia mitológica en China. Presenta forma alargada, similar a la de una serpiente, y cuenta con habilidades propias de otros animales, como las garras. La mayoría de las veces aparece representado sin alas. Este dragón es quien ordena condiciones climáticas y cronológicas: domina el tiempo y el agua. Además, se concibe como un símbolo de energía y es parte del folclore y las artes populares chinas.
A veces se lo denomina “dragón oriental del oeste” y es considerado como la encarnación del concepto de yang, el amo de la lluvia y del agua en general. Los chinos a menudo se llaman “descendientes del dragón” como marca de identidad étnica. Además, el dragón se utiliza muchas veces como emblema nacional de China.
Este animal fabuloso fue, durante muchos años, emblema del emperador; apareció dibujado en la bandera nacional de la última dinastía de Qing. Estas connotaciones monárquicas son opuestas a ideologías chinas recientes, que ven al dragón como un símbolo de la autoridad imperial
Los descendientes del dragón.
Por otra parte, el dragón tiene una connotación cultural agresiva, guerrera. Actualmente es un perjurio desfigurar la pintura de un dragón. Como anécdota, cabe mencionar un anuncio publicitario de la empresa Nike, que mostraba a un jugador americano de baloncesto matando un dragón. La campaña fue censurada inmediatamente por el gobierno chino después de una protesta pública reprochando la afrenta al dragón. Por otra parte, un sinnúmero de proverbios chinos hacen referencia a este animal venerado. Un ejemplo dice: “Espera a que el niño se convierta en dragón”.
Se cree que el origen de esta adoración se remonta a los tótem utilizados por diversas tribus de la antigua China, aunque algunos investigadores sugieren que apareció en pinturas rupestres que exhiben animales tales como serpientes, pescados o cocodrilos. Los arqueólogos creen que fue a partir de los “pescados largos” que se concibió el aspecto del típico dragón chino.
Criaturas del Japón
Los dragones japoneses son criaturas legendarias con cualidades físicas similares a las de los dragones chinos y coreanos. Sin embargo, existen algunas diferencias: los dragones japoneses poseen tres garras en vez de cuatro y no siempre tienen alas. En general son benévolos –aunque existen algunas excepciones– y a muchos se los conoce por su capacidad para cumplir deseos.
Algunos afirman que los dragones descienden de peces enormes, aunque no se han encontrado evidencias fósiles ni restos arqueológicos que justifiquen dicha hipótesis. Sin embargo esta leyenda continúa viva en el folclore japonés.
Los dragones se mencionan escasamente en la mitología japonesa. Uno de los más famosos es Yamata no Orochi, un monstruo terrible de ocho cabezas y ocho colas que fueron cortadas por Susanoo, un héroe que halló la espada sagrada Kusanagi después de rebanar la cuarta cola de la bestia. Otro dragón importante es el dios emperador del mar,
Sin embargo, la cultura popular moderna sí menciona con frecuencia los poderes de los dragones, atribuyéndoles energías mágicas sanadores, la capacidad de volar y el don del antropomorfismo.
En la actualidad, los japoneses aprovechan la popularidad que los dragones tienen en su universo cultural y los incorporaron a las series de animé, películas y juegos de roles, renovando algunos rasgos atribuidos históricamente a estos seres fantásticos.